jueves, 30 de septiembre de 2010

enelpasillo


A este jueves le ha tocado sol aunque cueste de creer. Y dejo que me dé la luz, a ver si me devuelve el color.
Cambian las prioridades y te sientes pequeñita. Nada es importante cuando lo importante se nos escapa, entonces olvidamos pulpos, medusas y chorradas.
Nos alejamos de nosotros mismos, nos vemos desde fuera y hacia dentro.
Van cayendo planes a medida que avanzamos y ahora no miramos más allá de las 37 horas que parece que tiene el día, no pasan los minutos cuando esperas sin saber lo que esperas.
Una semana con la misma perspectiva. El mismo pasillo al fondo, largo. Eterno. Los mismos sillones azules, los mismos miedos, los pequeños ataques al corazón cada vez que se oye un ruido o se ve una cara rara, dudosa, pensativa.
Permanentemente en alerta, no hay descanso ni queda hueco para nada más, visualizas lo mismo una y otra vez, te ahogas.

Vives en el miedo y te olvidas de ti,
creces y asumes.
Caen muros y estás cerca
se desvanecen pilares que creíste invencibles,
te acorralan las imágenes que creíste olvidadas



lunes, 20 de septiembre de 2010

undomingourgente



Ni desayuno al sol, ni tumbona en el jardín, ni lectura empedernida. Este findesemana le ha tocado cambiar inevitablemente de escenario y se ha tenido que aguantar, que hay cosas que no atienden a razones, al menos no a las suyas.
Un domingo por la mañana en urgencias está muy alejado de lo que le hubiera gustado para estos días medio lluviosos, pero mientras espera sentada las buenas noticias en una sala de espera con olor a rancio, no lo piensa, directamente, no piensa.

Los hospitales tienen la capacidad de despojarte de tu energía cuando entras y de olvidarse de devolvértela a la salida.

La señora que está sentada a su lado parece que lleva un buen rato esperando, teniendo en cuenta que en estos micromundos cuando entras se detiene el tiempo, podríamos traducirlo en una eternidad. Busca la mirada cómplice del resto de los asistentes a esta reunión matutina para poder contar lo que le ha pasado a su mejor amiga, recordar que no somos nadie y hablar de que al final ha salido el sol a pesar de que anunciaban lluvias, luego vuelve a suspirar y repite ese ay señor que le sirve de desahogo y de quitapenas, cada uno, a lo suyo.
Al otro lado, una chica que parece no parar de hacerse preguntas pero que no abre la boca, mira fijamente al suelo. En una bolsa lleva la ropa de alguien a quien todavía tienen retenido en el interior de algún box, no quiere mirarla, pero no puede evitarlo, piensa que hay cosas que no deberían pasarnos hasta que no cumpliéramos los 30 y poder vivir en la inopia, al menos, hasta entonces.


Las escenas rocambolescas se suceden ante sus ojos y parece que se aleja, se encierra. Compra el periódico y  mientras espera lee desgracias que suenan ajenas y que le hacen percibir más intenso su alrededor. Se pregunta cuanto dolor somos capaces de soportar y sin darse cuenta llora mientras coloca la compra en la nevera, se acabó el domingo de realidades a golpes, ahora sólo quiere soñar que todo saldrá bien mañana.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

atrás


En la calle Mayor había una maquina mágica que hacía cucuruchos de vainilla y en las tardes de primavera cuando paso por delante del escaparate desde el que se veía, me acuerdo exactamente de como era. Recuerdo el olor de ese helado como si lo tuviera delante en este mismo momento. Con el sabor a vainilla vuelvo al coche rojo (mal) aparcado en doble fila y a como la miraba cuando volvía con tres de esos cucuruchos en las manos, era la felicidad de un día que acababa, la hora de volver a casa.

Me gusta que me cuenten que de pequeña me escondí en la maquina de coser de mi tía abuela y que tuve a media familia buscándome hasta que al final me decidí a salir. Que mi hermana me recuerde que a pesar de que nos llevamos 8 años jugaba conmigo y siempre me dejaba elegir muñeco la primera aunque luego me daba igual porque siempre me gustaba más el de ella y me lo tenía que cambiar. No me dan miedo las fotos que reflejan personas que no están y no escondo la sensación que me provoca encontrar en alguna caja en el garaje algo que me regaló mi madre cuando era pequeña por algún cumpleaños o por navidad, lo último que he rescatado es una radio Fisher Price azul que sólo con tocarla ya me llevó de vuelta a los años en los que esos regalos casi no tenían valor y que ahora la miro desde el sofá como si hubiera encontrado un tesoro.

Los recuerdos nos mantienen con los pies en la tierra y nos recuerdan quienes somos y como hemos llegado hasta aquí.
Desenterrar esos tesoros de infancia, arrancan sonrisas irreversibles.



lunes, 13 de septiembre de 2010

silencios


Podría haber sido un silencio en un parque una tarde de domingo, en otoño. Un silencio en un rinconcito de una terraza a los pies de una playa perdida. El silencio que identificamos con un momento de complicidad, de proximidad. Pero no era eso, no era más que silencio, ni cómodo ni incomodo, sólo rutinario, paliativo, no buscado.

Una mesa en un bar y un par copas vacías. Cada uno mira hacia un lado, ella hacia la puerta a los que entran y salen, escucha sus risas, los ecos. Él hacia la pared y de vez en cuando lanza miradas furtivas e invisibles a la rubia que besa de manera desaforada a su acompañante en la otra punta de la barra. Pasan los minutos y no cambian las posiciones, siguen sin escucharse, aún así piden algo más, alargan la agonía recreándose en esa sensación de estar acompañados, piensan que al menos no están solos ignorando que esa es otra forma de soledad, mucho peor que la primera.

Observarlos desde fuera desalienta, desvanece. Es inevitable preguntarse en que momento se pierden las formas y los fondos. En cada bostezo disimulado se les va un poco de vida en común, en cada no mirada, alguna ilusión resignada, vencida.

Mientras me fijo en ellos no veo nada más, cuando me giro, otra historia en la mesa de al lado.



jueves, 9 de septiembre de 2010

zapatosdetacón


Me acosté pensando en esas extrañas contradicciones, hacer lo que está bien y seguir inmóvil pero tranquila, hacer lo que te apetece y notar como se mueve sin remedio algo dentro de ti.
Suelo optar por lo segundo y no siempre compensa.

He pensado muchas veces que molaría ser una de esas novias monas y paraditas a las que les dura el mismo martiniconlimón toda la noche, una de esas que a las tres de la mañana dicen; ¿cariño, nos vamos?, es que me duelen los pies!, mis amigas dicen que eso lo solucionaría saliendo por ahí con tacones, lo del dolor de pies, no lo de ser novia de, pero yo creo que me los quitaría y seguiría bailando, lo de esas chicas nada tiene que ver con el dolor de pies, es más una filosofía de vida, una manera de ser.
A veces me gustaría encontrar un novio de esos bona gent que me lleve a casa cuando esté cansada y empiece a remugar, Mage dice que me aburriría y mi tía que con el ojo que tengo mejor me quedo quietecita, yo creo que la estabilidad ahora mismo sería una especie de martirio, aunque también una trampa para pulpos descontrolados, quien sabe.

Los encuentros fortuitos molan, son cero estables, pero(por eso) molan.
Sin ataduras, sin explicaciones, sin dar nada por sentado, sin frases hechas.
A oscuras, escondidos, nada evidente ni asumible.
Molan cuando son inesperados
Molan cuando son con premeditación y alevosía
Pero sobretodo molan cuando se te olvidan en un tiempo prudencial, cuando no los tienes presentes todos los días, cuando no los revives, cuando te los puedes quitar de la cabeza sin la necesidad de darte una colleja para volver a la realidad.

Si se te olvida lo que han sido, olvidas que tú nunca llevas zapatos de tacón.
Nos movemos en círculos concéntricos, en el fondo somos carne de espiral.



miércoles, 8 de septiembre de 2010

primeraniversario


Entre lo bueno y lo malo, entre unas cosas y otras, con la sensación de que no ha pasado el tiempo, Villadestarifo hace hoy un año y sus habitantes, también.

Nos veo ahora al mirar atrás sorteando las habitaciones y asimilando el rosa de las paredes. Sentadas en ese minúsculo sofá que nos provocaba la risa cada vez que intentábamos encajarnos en él, llevando y trayendo cajas, perdidas pero contentas, volcando ilusiones en cada una de las cosas que desperdigábamos por la casa, que dejábamos caer.
En un año hay demasiado que contar, mucho más de lo que cabe en este post, muchas risas escondidas en las cajitas que compramos para encima de la mesa. Hay una mudanza de sofá, gracias a mage, en la furgoneta de marietayjuan(graciastambién), muebles nuevos que nos montan a las diez de la noche y al revés, primeros trastos varios para la cocina, una cama de 90 que creció un día(como yo), muchos cambios de estructura, pósters de conciertos, entradas en la nevera, regalos, fotos en la pared, vecinas sorpresa…algunos días de horizontalidad inútil, chino, kebab, risas de domingo por la mañana, mucho respeto, mucho cuidado, sándwiches mágicos, nuevas personitas alrededor, mucho bunker, tradiciones de jueves…pelis para una tarde de desfaeno, confesiones, buenas caras que ocultan malos días, algunos roces, sorpresas matutinas, notas en la pizarra, miedos detrás de la puerta, enfados infantiles, pulpos…

Suman muchas cosas que nos han hecho sentir en casa, una casa que nos ha hecho sentir bien, cómodas, arropadas, protegidas, más nosotras…

Y es en esa sensación, la que me acompaña desde que hice la mudanza a este piso que ya está lleno de recuerdos y de momentos, en la que me quedo cuando tengo un día ni medio al derecho ni medio al revés. Entonces ocupo el comedor mirando al techo, algún libro entre las manos, un poco de terapia, compañía, alguna lágrima curativa y todo mejora, siempre mejora.

En Villadestarifo estoy creciendo, aunque a veces no se acabe de notar...






lunes, 6 de septiembre de 2010

lapartemaladelosladosbuenos



Grabo en mi retina algunos de los instantes de este septiembre tempranero, sólo 6 días y ya estoy boca abajo.
Y ahora ya sé que; Sí, no dejo de sorprenderme y Sí, esto empieza a ser divertido.

Recupero posiciones y con ellas actitudes y con ellas, espacio, ando falta de espacio. Un lugar donde gritar y que no me escuche nadie, una especie de ateoconfesionario para los viernes raros y sus encuentros aún más raros, para la sal en el cuello y los limones, para lo que no puedo contar y para lo que necesito contarme a mi misma más de una vez, para todo eso que hace que los días normales acaben siendo enrevesados crucigramas.
En ese espacio guardaré lo que me ruboriza, lo que me desconcierta y esos actos camicaces y casi destructivos de los que tanto habla este blog, y cerraré la puerta con llave, y se la daré gustosamente a Agustín para que la custodie, Sí, eso haré.

Recuperar espacios es casi tan difícil como mantenerlos después, casi tanto como mantenerte en línea recta, casi como sobrevivir en este Melrose Place de palo y de palos.

Tener los pies en la tierra más de dos días seguidos empieza a sonar lejano y cada vez más inusual. Y una vez más te sorprendes de como acaba una tarde que imaginabas de dos cañas (y algún quinto con sabor a calamar, que no a pulpo) y que te descoloca para el resto del findesemana, a ver quien es la guapa que vuelve ahora de Nunca Jamás sin la carita de tonta, se admiten valientes voluntaria(o)s…

Sí, sigo sin ver a través de los cristales, dejó de ser prioridad en algún momento de estos dos días de caos pueril, pero mantengo despejada la cabeza, no hay tentáculos a la vista, y eso, conociéndome, es mucho más de lo que le podía pedir a este lunes…

No sé porque nos empeñamos en ver la parte mala de los lados buenos y la verdad es que tampoco entiendo porque los lados buenos, siempre tienen parte mala…en fin!

viernes, 3 de septiembre de 2010

quehaceres



Voy a vaciar armarios para volverlos a llenar. Haré un baile de muebles en el comedor, intentaré que se vuelva a ver a través de los cristales.
Voy a encerrarme en el cuarto trastero, desharé cajas que aún guardan objetos borrosos, buscaré debajo de la cama.

Estar sola y estar bien, llenar la casa de cosas por hacer, sentarme un ratito a preguntarme como estoy. Empezar a leer Grandes esperanzas.
Inaugurar Villadestarifo con una lasaña, alguna botella de vino y unas cuantas erasmus en su versión tranquila y decelerada, que esa también mola.

Rodearme de las cosas que me gustan es el objetivo de un findesemana que he planeado como si me fuera de viaje a algunos principios, como si volviera a recuperarme en los puntos que en algún momento olvidé. Volverme a educar en costumbres perdidas, relegadas a algún recoveco de las maletas que tantas veces he llenado y paseado.
A veces toca parar a ver quien eres, sobretodo en esta ciudad a la que tanto le gusta opinar, si no lo haces te acabas perdiendo, si no te opones, al final, desapareces.

Voy a aprovechar esta claridad que me acompaña para tejer las bases de lo que está por venir y voy a buscarme ese quehacer que dicen que me irá bien para aprender a estar sola y para disfrutar de estar sola, que a veces me da miedo la soledad y a veces sólo la uso como refugio y la verdad es que en ninguna de las dos opciones acabo de llevarme bien con ella, no acabamos de encajar.

Positivismo de viernes traducido en otro salto hacia delante, deseando que dure, que ya nos conocemos….


jueves, 2 de septiembre de 2010

mezcladillosveraniegos




llega el Tiempo de fresquito

el de chaquetitas en la playa
un año nuevo
nuevos propósitos
nuevos balances;

lo que has hecho
lo que pensaste que harías
como cambian las cosas
como cambias tú
todo lo que has dicho
lo que te has guardado
lo que se ha escapado
a los que has conocido
mesymedio de vuelta a casa
momentos en los que te has quedado
cala paraiso
microfib
quemelleven
andar
playa de día y de noche
miedos escondidos detrás del casco
suenan los sunday drivers
repetir historias
mensajes que nos (re)tuercen
lo que no está bien
lo que piensan los demás, lo que nos importa lo que piensan
lo que aprendemos de lo que no queremos aprender
lo que nos une y nos separa

hacerlo todo mal
darle la vuelta a un mal día
darle la vuelta a un buen día
contra la pared
sumandorestando
los que te hacen daño
llorar
patalear

persianas bajadas
el bolso, al suelo
besos de película
mantitas en la playa

encerrona en el sótano
mucha pez
calma en forma de canción

saber perder, la noche del oráculo, el lector, ensayo sobre la ceguera(bis)

Despedidas
Rupturas
Engaños
Inventos
Juicios


Septiembre ha llegado para llevarse un verano de mezcladillos y para traernos otro otoño en el que instalarnos, que así sea...