Grabo en mi retina algunos de los instantes de este
septiembre tempranero, sólo 6 días y ya estoy boca abajo.
Y ahora ya sé que; Sí, no dejo de sorprenderme y Sí, esto
empieza a ser divertido.
Recupero posiciones y con ellas actitudes y con ellas,
espacio, ando falta de espacio. Un lugar donde gritar y que no me escuche
nadie, una especie de ateoconfesionario para los viernes raros y sus encuentros
aún más raros, para la sal en el cuello y los limones, para lo que no puedo
contar y para lo que necesito contarme a mi misma más de una vez, para todo eso
que hace que los días normales acaben siendo enrevesados crucigramas.
En ese espacio guardaré lo que me ruboriza, lo que me
desconcierta y esos actos camicaces y casi destructivos de los que tanto habla
este blog, y cerraré la puerta con llave, y se la daré gustosamente a Agustín
para que la custodie, Sí, eso haré.
Recuperar espacios es casi tan difícil como mantenerlos
después, casi tanto como mantenerte en línea recta, casi como sobrevivir en
este Melrose Place de palo y de palos.
Tener los pies en la tierra más de dos días seguidos empieza
a sonar lejano y cada vez más inusual. Y una vez más te sorprendes de como acaba
una tarde que imaginabas de dos cañas (y algún quinto con sabor a calamar, que
no a pulpo) y que te descoloca para el resto del findesemana, a ver quien es la
guapa que vuelve ahora de Nunca Jamás sin la carita de tonta, se admiten valientes
voluntaria(o)s…
Sí, sigo sin ver a través de los cristales, dejó de ser
prioridad en algún momento de estos dos días de caos pueril, pero mantengo
despejada la cabeza, no hay tentáculos a la vista, y eso, conociéndome, es
mucho más de lo que le podía pedir a este lunes…
No sé porque nos empeñamos en ver la parte mala de los lados
buenos y la verdad es que tampoco entiendo porque los lados buenos, siempre
tienen parte mala…en fin!
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