martes, 21 de diciembre de 2010

carmenyalfredo

Alfredo se despierta temprano. Es domingo y apenas ha salido el sol. En la cocina se prepara un café con leche y coge el bote de galletas maría. Se dirige hacia el salón y se sienta en el sofá, enciende el televisor. Va rompiendo galletas y echándolas en el café, una de tantas costumbres infantiles que no ha perdido, piensa.
Carmen se despierta temprano. Es domingo y apenas ha salido el sol. Se prepara un café solo y largo. Un par de tostadas. Se sienta en la mesa de la cocina y abre el libro por la página que anoche no pudo terminar, el sueño le acabó venciendo. Cuando sale al salón, Alfredo sigue hundiendo galletas en su taza sin fondo. Sube las persianas con un movimiento brusco, haciéndose notar, le cabrea la poca falta que le hace la luz a su marido. Se dan los buenos días.

Hoy sacarán el coche del garaje más o menos a las 11. Antes de eso ya habrán comprado los periódicos y bajado el reciclaje, antes incluso les habrá dado tiempo a discutir. Carmen se queja de comer en casa de sus suegros todas las semanas, Alfredo se defiende argumentando que no hay dinero para mucho más, ella le recuerda que antes no les hacía falta dinero, él esboza una sonrisa y vuelve atrás. Si que se acuerda.