lunes, 24 de enero de 2011

todoempezaráenfebrero


Descansa mi cabecita poco últimamente. Se amontonan los pensamientos atolondrados y enrarecidos. Se solapan las ideas, los planes y los mapas que se dibujan para escapar.
Campamento base; una casa en la que ya se puede comer en el suelo. La manía de cambiar la mesita de un lado al otro de la cama. Ordeno cajones, entradas, libros y camisetas. Me ordeno salir para notar el sol en la cara y recuperar esa normalidad que se escapa entre Hoy, Júpiter, que he convertido en un libro de mil páginas, y películas olvidadas en algún rincón de la estantería.
Empecé el año engullendo cinco uvas por eso de que nunca me las tomo y todo parece ir un poco al ralentí. Así que este debe ser mi año, aunque por alguna razón confío en que empezará en febrero. Todo empezará en febrero.
Me peleo con lo que quiero (des)hacer más que nunca y el balance a los treinta me parece ridículo pero bastante necesario en estos días en lo que siento que todo se tambalea o lo tambalean. Entro, salgo y conozco algo más de mi mientras me escondo debajo de una manta de corazones y las palabras que me han dicho y que ya no recuerdo porque yo lo bueno nunca lo retengo, por si acaso.
Todo lo que quiero hacer a la lista de todo lo que quiero hacer y alguna lagrimita exagerada y sin motivo emborrona el papel y con él el día, que a mi a tremenda no me gana nadie.
Se escapa un suspiro entre canciones que no conozco y al final decido marcharme por la puerta de atrás, porque ya está bien de tropiezos innecesarios y giros que han dejado de ser inesperados, tampoco pasará nada si por una vez le hago caso a algo que no sea mi regresión quinceañera, digo yo.

Y así, entre bastones, muros y palabras(algunas salen a la luz, otras no)voy dejando que se escape este enero caluroso a pesar del frío y frío a pesar de los abrazos y confío en que yo soy de esas que cuando mejor está es cuando todo está al revés porque, devolverlo a su lugar, es lo que mejor se me da.

jueves, 20 de enero de 2011

loquelepasaagimena


Gimena descansa el día apoyada en la barra de ese bar al que su amiga se empeña en ir. Cada una mira fijamente el papel pintado de la pared que está detrás de la otra. Ni una palabra, nada.
A las 10 el niño al fútbol, la niña a ballet, ella visita a su madre y sus consejos desaconsejados sobre lo bien que estaba cuando estaba casada y lo mal que le ha sentado el divorcio y lo difícil que es encontrar a alguien a las cuarentaytantos. Aguanta el chaparrón y mira el reloj concentrada en que pase el tiempo volando y pueda marcharse de esa cárcel con mesa camilla y mantel de ganchillo.
Esta noche los niños con su padre, toca salir. No hay ganas, se quedan en el sofá mientras resiste estoicamente ante un programa de esos que de color rosa tienen más bien poco, pero su amiga insiste; Gimena, vamos a bailar, nos tomaremos unas copas, conoceremos gente…así que ahí está, sentada en un taburete, tomándose una tónica algo regada de ginebra y deseando volver a casa para meterse debajo de la manta y que se pase el frío, confiando en que no vuelva más…

La miro desde el otro lado de la barra e imagino su vida que seguramente nada tendrá que ver con la que es en realidad. Le sonrío porque mi capacidad para ponerme en el lugar de los demás a veces me asusta y porque me pregunto que sentido tiene lo que parece que no tiene ninguno. Se acaban la copa, siguen sin hablar, Gimena me dice adiós y a mi me parece que ya la conocía, deseo que se le pase el frío y confio en no sentirlo nunca, alguien me pide un gin tonic y mientras le sirvo, todo vuelve a girar.

lunes, 10 de enero de 2011

duermetranquilo


Lo mira mientras duerme y planea la escapada. Se despide en silencio mientras seca las lágrimas con la manga del pijama y se levanta despacio. Sin hacer ruido entra en el salón y empieza a escribir la nota que él encontrará al despertar. Con los ojos nublados y las manos temblorosas advierte como las palabras salen solas y bajo la luz de esa lámpara que compraron en el último viaje en el que aún paseaban cogidos de la mano, fluyen y siente como la liberan, la tranquilizan;

Querido amor;

No sé por donde empezar, no sé como despedirme de ti, no sé como decirte esto. He intentado quedarme contigo, puede que no lo hayas notado pero ya llevo un tiempo así. He dejado de sentir, estoy vacía, agotada, vencida en casi todos los minutos de esta vida juntos por la que me he dejado camuflar. Me da miedo huir pero no puedo quedarme, ya no. No siento nada cuando te miro, no veo nada en tus ojos, no me reconozco ni en ti, ni en mí. He buscado la manera de seguir amándote, he querido quedarme a tu lado, he luchado contra lo que siento en realidad. Pero no ha funcionado, nada ha servido.
He conocido a alguien y a su lado me siento viva, no puedo renunciar a eso, significaría renunciar a mí y sabes que no me lo perdonaría. Me gustan sus manos, como me tocan, como me hacen sentir. Me gusta que me sorprenda, que me bese como si no quisiera hacer otra cosa nunca más, que me recuerde quien soy con un abrazo, con una mirada entre la gente, cómplice, nuestra.
Sé que no podrás perdonarme, pero sé que tú también serás más feliz conmigo lejos de ti.

Echaré de menos que me quieras de la misma manera que ya echo de menos haberte querido tanto y una vez lejos de ti, volveré a empezar.


Cuando termina de escribir relee la nota una y otra vez. La rompe en pedazos pequeños, invisibles. Vuelve a la cama y le abraza como si no fuera hacerlo nunca más, ¿estás bien? le pregunta él que se ha despertado al sentirla tan cerca, si, contesta ella, duerme tranquilo.