Lo mira mientras duerme y planea la escapada. Se despide en
silencio mientras seca las lágrimas con la manga del pijama y se levanta despacio.
Sin hacer ruido entra en el salón y empieza a escribir la nota que él encontrará
al despertar. Con los ojos nublados y las manos temblorosas advierte como las
palabras salen solas y bajo la luz de esa lámpara que compraron en el último
viaje en el que aún paseaban cogidos de la mano, fluyen y siente como
la liberan, la tranquilizan;
Querido amor;
No sé por donde
empezar, no sé como despedirme de ti, no sé como decirte esto. He intentado
quedarme contigo, puede que no lo hayas notado pero ya llevo un tiempo así. He
dejado de sentir, estoy vacía, agotada, vencida en casi todos los minutos de
esta vida juntos por la que me he dejado camuflar. Me da miedo huir pero no
puedo quedarme, ya no. No siento nada cuando te miro, no veo nada en tus ojos,
no me reconozco ni en ti, ni en mí. He buscado la manera de seguir amándote, he
querido quedarme a tu lado, he luchado contra lo que siento en realidad. Pero no
ha funcionado, nada ha servido.
He conocido a alguien
y a su lado me siento viva, no puedo renunciar a eso, significaría renunciar a mí
y sabes que no me lo perdonaría. Me gustan sus manos, como me tocan, como me
hacen sentir. Me gusta que me sorprenda, que me bese como si no quisiera hacer
otra cosa nunca más, que me recuerde quien soy con un abrazo, con una
mirada entre la gente, cómplice, nuestra.
Sé que no podrás
perdonarme, pero sé que tú también serás más feliz conmigo lejos de ti.
Echaré de menos que me
quieras de la misma manera que ya echo de menos haberte querido tanto y una
vez lejos de ti, volveré a empezar.
Cuando termina de escribir relee la nota una y otra vez. La rompe
en pedazos pequeños, invisibles. Vuelve a la cama y le abraza como si no fuera
hacerlo nunca más, ¿estás bien? le
pregunta él que se ha despertado al sentirla tan cerca, si, contesta ella, duerme tranquilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario