Con la cara de imbécil y las
manos en los bolsillos asumo que me he vuelto a equivocar. Seco las lágrimas
con la manga de esa chaquetacoraza que aguanta todo lo que le echen y lo veo
todo mucho más claro. Pienso que no hacía falta, pero comprendo que hasta ahora
estaba leyendo el cuento al revés, gracias por darle la vuelta.
Decido enfrentarme a mi misma en
un sábado de frío, manta y un litro de helado de chocolate con trozos de
chocolate y sirope de chocolate que enfría las manos y abriga las penas. Sigo con mis listas y la
que acabo haciendo en mi tarde de solo me
falta la chimenea encendida, mola; virtudes y defectos de los príncipes que
van perdiendo color y al final son tan grisáceos que no los distingues en un
día nublado.
Me río yo sola y me río de mí.
Repito las frases y juego a volcarlas, removerlas y meterlas en una de esas
cajas que irán al altillo con 30millones de vueltas de cinta aislante, esta es
la última vez que ocupas un poco de espacio entre la manta y el helado, tú directo
a la chimenea, yo me voy a dormir.
En la alfombra Candela y yo
pintamos una Kitty con vestido verde y collar amarillo. ¿Tía mane, me dejas el azul? y yo pienso que todos deberíamos pedir
las cosas con ese dulzura y esas ganas de tenerlas, seguro que las
conseguiríamos más a menudo.
Domingo en construcción y
limpieza curativa y terapéutica. Los consejos han llegado en capazos y yo los
hago míos mientras les quito el polvo a los libros y a los recuerdos.
Cuando me voy a dormir las
camisetas están perfectamente dobladas, la ropa que se había perdido aparece como si nunca se hubiera movido del sitio y en la habitación de al lado se planean escapadas.
Cuando me voy a dormir duermo, y
hoy todo parece no-lunes. A ver si me acuerdo la próxima vez.