La señora que friega todos los días a las 8menos20 el trozo de acera que le corresponde con un semicírculo perfecto que me obliga a bordear, no estaba esta mañana. Es posible que se le hayan pegado las sabanas o que haya decidido esconderse debajo de las mantas y dormir durante todo el día. Es posible que de repente haya comprendido que es una pérdida de tiempo levantarse tan temprano solo para limpiar algo que en menos de cinco minutos estará exactamente igual que antes. La imagino metida en la cama, tapada hasta la nariz, sonriendo por el descaro de haberse declarado en huelga de los actos cotidianos.
El resto de camino al trabajo lo empleo en hacer una lista mental (cada vez soy más fan de las listas) con todos esos actos cotidianos a los que les declararía la guerra;
-El sonido del despertador.
-Salir de la cama cuando todavía es de noche.
-Tomarme un café con leche deprisa en lugar de unas tostadas y un zumo de naranja mientras suena Barry White.
-Llegar la primera a la oficina como si fuera a heredar la empresa.
-Caminar muy deprisa para llegar pronto a casa para comer rápido para terminar rápido y volver al trabajo otra vez rápido y tener la sensación de que me paso el día corriendo.
-No tener dinero nunca para nada pero no perdonar un sábado como si fuera otra forma de religión.
-Quedarme todo el domingo en la cama para después lamentarme de haberme quedado todo el domingo en la cama.
-Empezar un libro y abandonarlo en la mesilla durante semanas porque me voy a dormir a la hora en la que lo hacen las señoras de 80 años.
-Acordarme de que no me he lavado los dientes cuando ya estoy debajo del nórdico y fuera de el hace frío polar.
-Pensar que me cruzaré contigo por la calle y me dirás que has comprado dos billetes para un destino muy muy lejano y nos vamos mañana para no volver.
Voy a parar, tanto acto cotidiano inamovible me está deprimiendo…
5 comentarios:
Si tuviera el valor, compraría billetes hasta el final del trayecto de un tren que cruce fronteras. Miraría desde el coche-cama los paisajes hasta que cambiasen a lo que no conozco, y bajaría donde me gustasen las caras de la gente.
Si tuviera el valor, cogería una maleta y buscaría a alguien para no mirar solo desde la ventanilla. Haríamos el viaje sin hablar. Tal vez, al final, bajaríamos en la misma estación.
"cogería una maleta y buscaría a alguien para no mirar solo desde la ventanilla"
muy bonito señor anónimo!
Gracias Señorita Tirachinas. Me gusta su blog.
Fan de las listas, por siempre y para siempre. Para tranquilizarme haciéndolas, para caer en ellas como si fuera un camino de baldosas amarillas, para tacharlas con tiza, para darme homenajes, para comentar un post.
Y las razones para subirse a un tren desconocido, mi querida señorita, preciosas.
Un abrazo
eva
las razones para subirse a un tren desconocido son preciosas y demasiado anónimas...
voy a hacer una lista con las que somos fans de las listas, que ya conozco a unas cuantas!
buenos días señorita Marín!
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