viernes, 29 de octubre de 2010

sinmovernosdeaquí

Entre los malabarismos familiares y el encaje de bolillos van pasando estos días nublados y espesos. Con todo boca abajo e intentando barrer los miedos debajo de la alfombra, luchando contra la sensación de que efectivamente todo es una mierda, llevando la pérdida al terreno de no se puede hacer nada aunque sabemos que eso no nos consuela.
De una manera infantil nos sentamos en el sofá a escribir en el moleskine para cosas buenas, hacemos nuestra lista más grande y nos inventamos que en estos días de puente;

Vamos a desayunar un zumo de naranja y unas fresas tan rojas que nos recuerden lo que significa su color
Vamos a tumbarnos día y medio el uno al lado del otro y escucharemos la misma canción una y otra vez
Jugaremos a cosas que nos gustarían que nos gustaran pero que no nos gustan y al revés
Veremos pasar desconocidos desde un banquito azul
Olvidaremos que hace unos días nos hicieron llorar
Dinamitaremos pueblecitos malditos y a sus gentes molestas
Nos reiremos de no saber reírnos de nosotros mismos
Invadiremos un rincón en algún sitio y será nuestro y lo llenaremos de lo que nos hace sentir bien
Subiremos a una noria imaginaria que nos desmareará
Enturbiaremos las ideas para no tenerlo todo tan claro y nos pondremos una venda a la que le pintaremos unos ojos pero que no nos dejará ver
Seremos reyes en un lugar imaginario que nos devolverá a medias la fe.

Y seremos un poco más felices y nos iremos de aquí sin movernos de aquí.

miércoles, 27 de octubre de 2010

unlugardondequedarse


Tendré que esperar a otra vida para que me des un beso,
Yo creo que no tendrás que esperar tanto.

Hay frases y hay frases, algunas las escuchas todo el tiempo, te las repites una y otra vez, saltan como un resorte cuando menos te lo esperas.
Hoy le ha parecido volverlo a ver, le tiemblan las manos, todo se da la vuelta.
Si puede elegir una sensación, tiene claro que se queda con esta.
Si puede volver atrás, cometerá los mismos errores.

Cuando se gira se cruza con su mirada, si no la mirara, se moriría. Y contiene las ganas, las guarda en el frasquito de cristal que se lleva cerrado hasta a casa, allí lo abre y sonríe, lo hace cada día de encuentros fortuitos, ahora lo sabe, se ha vuelto imbecil.
Y suma los minutos, los concentra. Les da forma e imagina.

Sabe que los cuentos no duran (que no existen) y se le escapan de entre las manos los momentos en los que se sintió cenicienta sin zapato que perder. Redibuja una y otra vez los rincones en los que hubiera parado el tiempo, moldea los recuerdos y les añade futuros; cines, paseos y cervezas que no juegan al escondite, piensa en un lugar con maquinas que borran recuerdos y sentimientos, piensa en retroceder y hacerlo todo mal otra vez. 
Piensa que hay besos en los que nos quedaríamos para siempre.

lunes, 18 de octubre de 2010

lafortaleza


Un hombre de unos 80 años carga con el bolso de su mujer que a su vez carga con la pena de que ella se irá primero. No sabe cocinar, piensa, no sabrá donde tiene nada, no encontrará ni su pijama. Y se retuerce en la silla de ruedas y se traga las lágrimas y el dolor.
Paseantes con pantalón y camisa rosa, con bata azul, alejados de toda dignidad, despojados de libertad. Abrazados a barras de hierro de las que cuelga sustento, vida.

A Dolores y a su marido les han cambiado de habitación y ella llama a todos sus contactos de la agenda para que no vivan sin esa información. Alguien se ha cansado de escucharla y la mira fijamente, le reprocha sin decir nada, pero esta mujer de ojos apagados y sonrisa dibujada perdió el sentido común cuando un lugar de habitaciones blancas se convirtió en su segunda casa y ahora no lo encuentra por ningún sitio, no sabe donde lo ha dejado.
En la salita azul están todas las sillas ocupadas y en las caras de los demás se dibujan historias de cansancio y resignación. No hay un lugar mejor para olvidarte de ti mismo y de las cosas que ayer te parecían luchas imposibles y hoy inútiles, absurdas.
Pasan horas y días. El tiempo ya no está a favor y el viento viene de cara. Se pasa del calor al frío bajo un clima artificial y todo es frágil en ese lugar de paredes silenciosas.
Buscan las sonrisas de quienes les rodean, buscan esos resquicios de vida normal en los ojos de los demás y se refugian los unos en los otros adivinando la certeza de que en ellos siempre encontrarán cobijo.

Son un abrazo permanente, una fortaleza inquebrantable.

viernes, 8 de octubre de 2010

yatengomitrajedeOSo

La espesura en viernes y una noche de dormir a trozos. En cada trozo un medio sueño y alguna imagen inventada.
Vacaciones y yo solo tengo ganas de hibernar. El traje de oso preparado, me meteré debajo de la cama, quien quiera verme que me busque allí.

Tremenda y cansada. Cabreada y de cara a la pared. Como mi sobrina, en el rincón de pensar. Dudo que ella piense algo (demasiado pequeña), he de reconocer que yo tampoco lo hago (demasiado obcecada). Noticias que van y vienen y me pasan por al lado. Puede que fuerte, puede que fría, empiezo a no ver las diferencias.Contradicciones entre lo que dicen y lo que ves, debe ser que cuando te acercas a los treinta tienes las cosas menos claras que antes, si es que eso es posible.
Compro una planta que los chinos me dicen que no se muere, que le puedes hacer todas las perrerías del mundo y ella como si nada, dicen que son invencibles y yo les creo, que empiezo a sentir la necesidad de creer en algo y si me descuido un poco me sorprendo haciendo algo parecido a rezar, lo que me faltaba.
Miro las cosas desde el lado del que ataca y no pienso nada en mi, es como si hubiera desaparecido; ¿y tú, como estás? llevo dos semanas sin dedicarme ni un minuto, así que de maravilla porque me agobio lo justo. Mola

Estoy en Granada aunque no esté, una cañita y suenan risas. Que ganas tenía de enseñaros mi ciudad encantada. Esta tarde subiremos a San Nicolás y si prestáis atención veréis todo lo que yo vi la primera vez que alguien me enseñó este rincón y será bonito y nuestro y lo contaremos a la vuelta, tendremos tanto que contar…
Noto como sale la rabia de vida que se tambalea y vamos a La Tana a que Jesús nos ponga un vino. Allí se nos curaran las penas y aunque las heridas no se cerraran, al menos las cubriremos. Luego vuelvo aquí, sigo en la oficina.

Hoy está todo fuera de su sitio y sin embargo parece que siempre ha estado ahí.
Que miedo.

jueves, 7 de octubre de 2010

tostadaseimposibles

Desde la cama observa la luz que se cuela a través de los huecos de la persiana, solo hace cinco minutos que se ha ido y ya piensa en salir corriendo detrás de él. Se queda un poco más buscando su forma en el colchón y su olor en la almohada, cierra los ojos y retrocede unas horas, vuelve a sonreír.
Se duerme de nuevo, empieza a llover.

Un desayuno con cara de tonta y Love, our love en espiral. Se acuerda de alguna frase de esas que se dicen en bajito, muy cerca, y analiza con cuidado el efecto que han causado en su nada agitada vida mientras unta mantequilla en las tostadas. Ahora ya empieza a pensar en si volverá a verle y la sonrisa desaparece como por arte de magia.

Sabe que lo bueno de los imposibles es que se quedan grabados en un rincón pensado especialmente para ellos y de él hacen su escondite y su refugio, conservándose como el primer día, como la primera vez. Lo malo es que te tienes que conformar con eso.

Con las tostadas y los imposibles empieza el domingo lluvioso,
con el domingo lluvioso, empieza la cuenta atrás.

lunes, 4 de octubre de 2010

eldondelainquietud



Érase una vez un príncipe que saltaba de punta a punta de un castillo de paredes rosas, era un príncipe especial, poseía el don de la inquietud.
Rezagada y escondida le seguía con la mirada una jovencita a la que le fascinaba su virtud, no podía parar de mirarlo y ya lo veía en todas partes, ya lo veía en los demás.

La  primera vez que se cruzaron sonaban unospequeñosincendios y algo sobre el color de unos ojos bonitos. La primera vez, ya lo supo.
El tiempo no cura, solo engrandece.
Una noche se sentaron al borde de un precipicio y hablaron entre silencios, gestos atropellados y sonidos que solo algunos podían escuchar. Hablaron de otras vidas, de otros besos en otras vidas, de la posibilidad de un abrazo sin tener que nacer otra vez. Un abrazo inquieto, inolvidable seguro. A esta joven impresionable le dio miedo sentir y llegó tarde a la huida. Cuando se quiso dar cuenta, su príncipe asomaba entra las contradicciones que crecían y crecían en un jardín muy cercano a ella lleno de margaritas blancas y enormes y pinchosos cactus que al final, dolían.

Pronto comprendió que no había nada que hacer, había perdido la batalla y solo cerró los ojos y esperó. Cuando los abrió todo había cambiado y se supo en un lugar en el que casi seguro podía vivir, un lugar donde quería quedarse, donde no estaría quieta nunca más.

El destino era amable con esta jovencita y le regalaba encuentros casuales con su príncipe incoloro. Él siempre saltaba, a veces se alejaba y a veces, solo algunas veces, se acercaba. Y cuando estaba cerca había viajes nocturnos con el fresquito que daba vida, risas que se oían muy bajitas y conversaciones de horas en la oscuridad.

Ahora sabe que no quiere estar quieta
Ahora sabe que lo que más le gusta, es ver saltar a los demás.