Mientras entraba el sol esta mañana en la cueva azul y le daba la luz a esa flor a la que ya solo le quedan hojas y me hacía la remolona a pesar de la insistencia del despertador, pensaba en lo fácil que es todo cuando lo haces fácil. Y en esa manía, que ya casi pertenece a nuestra genética, de complicarnos la vida hasta limites insospechados y sospechosos. Y en como nos gusta interpretar y des-interpretar e imaginar y volver a imaginar, en cuanto tiempo perdemos en hacer los castillos de arena y en lo poco que nos cuesta instalarnos en ellos, y en que siempre sabemos que se acaban cayendo porque últimamente vivimos en un clima tropical en el que nunca sabes demasiado bien cuando va a llover y que sobretodo está pensado para derruir castillos, que me lo ha dicho el hombre del notiempo o el del tiempoperdido, como lo queráis llamar.
Y vuelvo a leer la nota en el moleskineparacosasbuenas que descansa en la mesita y pienso que ni es algo bonito ni le corresponde un lugar privilegiado como es ese regalo de fake y en lo bien que te hace sentir ser capaz de darte cuenta de las cosas, que aunque a veces no sea a tiempo, igual te sirve.
Y sin querer rememoro escenas de película que parece que me han pasado y esa sonrisa medio estúpida se dibuja en mi cara y pienso que no puedo pensar y me levanto de un salto de la cama.
Suenan matasuegras cuando entra fake en el bunker y nos trae pipas y gominolas que dan risa. Una piruleta gigante, planes, y un video para alguien que se merece muchos de muchas cosas y de muchos momentos.
Todo el día sonando Amigos imaginarios y esa canción que dice lo que yo no sé decir y que parece que te acierta pensamientos y estados de ánimo, como si la hubieran escrito hoy cuando te han oído sentir.
Y pensando en el findesemana, en la cena italiana con camisetas de rayas y en la noche de chicas que parece que no han salido en un año (que tiemble el grao) y en la calma antivalerianas que te da el estar haciendo algo que en el fondo te hace estar orgullosa de estar haciendo algo y de estar haciéndolo al menos mediobien.
Y en la rutina cómoda que acompaña estos días de fresquito de septiembre y en la que cuelgo canciones en la habitación y vuelvo a escucharlas(vivirlas) como si estuvieran sonando ahora.
Y pienso; esto solo ha sido Un buen día, que vengan muchos más.