Las llamadas a destiempo y a deshora no hacen más que volcarte/aguarte el día. A partir de ese momento todo lo que haces lo haces boca abajo, aguantándote con las manos, haciendo equilibrios absurdos.
Tengo el amigable don de no estar nunca en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Como el viernes tuve más que suficiente, el sábado quise huir y refugiarme donde encuentro paz. Y eso hice.
El problema es que donde voy yo va mi cabecita, y con ella tuve que lidiar mientras miraba al cielo desde una tumbona en el jardín.
No merece la pena
Da igual
Ya está hecho
Y mientras, aparece la imagen de alguien madrugando un sábado por la mañana y encontrándose con la necesidad de decir las cosas como mensaje de buenos días.
Me giro en la tumbona, me escondo, no tengo remedio.
Medio día siendo yo, medio sumergida en la lectura. De vez en cuando me asaltan esos miedos disfrazados de vergüenza y cierro el libro de golpe. Repito un par de cosas en voz alta, quito importancia a lo importante y vuelvo a evadirme otra vez.
Mi abuelo me mira desde una distancia cercana, sonríe, no lo ha dicho, nunca dice nada, pero tenerme cerca le da paz, si pudiera nos tendría a todos cerca, siempre. De vez en cuando le pregunto en que piensa, en el pueblo, me dice, ahora estaba pensando en el pueblo. Y ese sentimiento que hay entre la pena y la ternura me aparta del egoísmo que hoy tiene forma de medusa y me acerca a él, me aleja al fin de mí.
La familia amortigua golpes y ofrece una noche apacible en la que duermes como hacía tiempo que no dormías.
Y te despiertan abriéndote la ventana para que entre y te de la luz, te dan lo buenos días y te invitan a sentirte bien.
En el desayuno ya sonríes, y piensas que hoy comprarás el periódico y helado de galletas. Por la tarde vuelves a enfrentarte a una realidad que hace ya casi un año no hubieras imaginado, pero es lo que hay, la constante lucha de gigantes.
De fondo sonaban los Rubinoos, al fondo recuerdos de esas canciones en otras épocas.
Esta mañana he tenido otra conversación conmigo misma y he llagado a la conclusión de que sigo bien.
Además hace sol y miro por la ventana en el trabajo e imagino el verano que quiero tener.
2 comentarios:
mira que estoy sensiblona...me has hecho llorar por el simple hecho de que te abran la ventana y te digan buenos dias...hace mucho tiempo de eso pero de vez en cuando siempre va bien que alguien y más, si es cercano, te invite a sentirte bien...con una mirada es suficiente...
ah! y por cierto siempre somos gigantes lo importante es que no te vayas haciendo pequeñita poco a poco por esa lucha costante...si no todo lo contrario, es dificil...pero solo por imaginar el verano ya has crecido un cm o dos!!! feliz lunes con sol...;-)
Te digo, que algo tengo claro y he podido aprender a base de ensayo-error-hostión y es que hay que saber a quién escuchar y a quién simplemente oír(o tan siquiera eso,tan sólo simular que oyes). Te aseguro que eso ayuda.
Mi padre siempre dice que hay que darle a las cosas la importancia que merecen y dedicarles,en consecuencia, el tiempo que merecen. Hay cosas, e incluso personas, que no merecen ningún tipo de tiempo.
Sabes?Es bueno tener una armadura ( si puede ser probada con anterioridad y con posibilidad de devolución si no cumple su función, para así poder cambiarla por una que se nos ajuste perfectamente) y ponérsela cuando amenace el peligro, cuando parece que algo va directo hacía nosotros y va a doler, y de ese modo, hacerse fuerte, que el golpe no nos impacte directamente a nosotros y la armadura nos proteja, ella puede con todo. Sólo debes quitarte la armadura cuando alguien importante vaya a decirte algo que merezca tu atención, cuando sepas que a esa persona le duele tanto como a ti decirte algo que tal vez no te gustará escuchar. Tan sólo en esos casos,está permitido prescindir de ella.Aún así, un consejo, debes aprender a ser fuerte y a creer más en ti (quererte), por si algún día la armadura no está dónde debería estar cuando vas a buscarla y te deja sola ante el peligro.
<3
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